14 de enero de 2014
Las palabras, una tras otra, fluían casi solas a través de mis manos.
No lograba parar de escribir, era como si algo me dominara. Por fin empezaban a salir todos aquellos versos que guardaba escondidos en lo más lejano y profundo de mí.
A medida que los escribía, los iba leyendo e iba descubriendo sentimientos que ya creía olvidados, pasiones escondidas, pensamientos que me habría prohibido antes.
Y por fin, de una vez por todas,... me permití vivir.
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