25 de enero de 2014
Las hojas caían con un sinuoso movimiento, las veía hacerlo casi a cámara lenta. Giraban y giraban hasta alcanzar el suelo.
Observó como una de ellas se resistía a caer. Se paraba entre rama y rama. Se tomaba su tiempo para finalizar aquel viaje que inexorablemente le había sido marcado. Se entretenía ganándole segundos al tiempo y superando con destreza la batalla contra el viento.
Descubrió miles de recovecos en los que esconderse, donde hallar cobijo y alargar la caída. Supo que aún le quedaban miles y miles de historias, antes de alcanzar el fin de aquel viaje.
Simplemente magnífico!
ResponderEliminar