Se dispuso a salir de aquella húmeda y fría caverna, donde los sueños se congelan y a veces se parten.
Ascendió unos pasos por aquellos escalones tallados rudamente en la piedra.
La oscuridad iba cediendo a cada paso. El cansancio no le haría retroceder...
Avistaba ya unos rayos de sol a lo lejos, sus ojos no estaban acostumbrados ni a esa mínima fracción de luz. Los obligó a reponerse, no era momento de parar.
Continuó avanzando hasta alcanzar la salida, un hueco excavado en aquella interminable montaña.
Un último esfuerzo,...
Ya estaba afuera.
Respiró hondo, muy hondo,... Contempló aquel cielo que creyó desaparecido para el.
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