Despiertas de lo que debería haer sido la mayor pesadilla jamás escrita.
Tus ojos naufragaron en las lágrimas de un sueño doloroso y fatal.
Amanecieron envueltos en tristeza, en pena, en soledad, en llanto...
Permíteme secar tus lágrimas.
Mis manos harán de pañuelo que borre tus penas.
Mis brazos, de paraguas ante tantas y tantas tormentas, que no paran de posarse en tu balcón.
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