Muchas eran las fisuras de aquel tejado.
Día tras día, a pesar de ello, seguían pasando sobre el, sin importar las consecuencias.
Las pequeñas fisuras, fueron cada vez haciéndose mayores. Tanto, que ya nadie fue capaz de reparlo.
Llegó el momento, en el que su desplome se hizo inminente, y ya ningún pilar sería capaz de sujetarlo.
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