Me pongo a la merced del tiempo, le miro fijamente a los ojos sin ni siquiera pestañear.
Le planto cara o al menos lo intento, a pesar del dolor que cargo en mi espalda.
Mantengo fija en el mi mirada. Me desafía una y otra vez, hasta que lo consigue,... gana la partida.
Pestañeo, mis ojos se cierran...
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