Sentí sus pasos tras de mí.
Me seguían, pensando no haber sido descubiertos.
Se aproximaban cada vez más,
intentando lograr mayor silencio.
Fui incapaz de correr o gritar.
Fue imposible para mi moverme.
Y enredada entre aquellos brazos que sin permiso a mi se acercaron,
se apoderó de mi la oscuridad, la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario