9 de febrero de 2014
Poco a poco, fue ascendiendo por aquella escalera sin fin...
No lograba discernir la realidad de la ficción. No creía la verdad del mundo
y la rellenaba a su antojo.
Ocupaba aquello que creía ausente o que le había sido prohibido, con eso que anhelaba. Sus ojos
transmitían a su mente que aquel reflejo era la realidad absoluta, y que el
resto de verdades existentes eran una burda mentira.
Desmontó su mundo y a quienes estaban a su alrededor. Acabó perdiendo todo
lo que había tenido antes...
...Y a su cabeza, llegó la locura.
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